UN SOMBRERO CON ELEFANTE
Dolors Todolí
Me llamo Aurelio. El nombre lo he heredado de mi padre. Y es que Aurelio es un nombre que va pasando, generación tras generación, al primogénito de mi familia. Todos mis primos se llaman Aurelio, y para distinguirnos tenemos motes. A ninguno nos preguntaron si queríamos llevar ese nombre, simplemente nos tocó por haber nacido los primeros. A mí me llaman Aurelio “prisas”, porque siempre voy corriendo a todas partes. Y es que me gusta correr. Pero todavía no he hablado de lo más importante, del día en el que mis sueño de ser corredor de maratón se esfumó para siempre.
Hasta aquella mañana mi existencia había transcurrido sin ningún contratiempo, demasiado lenta para mi gusto, demasiado ordenada por obra y gracia de mi madre y, sobre todo, demasiado aburrida, sin que nunca hubiera ocurrido nada extraordinario
Pero todo cambió cuando baje a la calle. Iba corriendo, pero sin prisa. Al doblar la esquina lo vi y por un momento pensé que seguía dentro de mi sueño. Allí estaba aquel extraño ser esperando a que el semáforo se pusiera verde.
Me pellizque en el brazo.
- ¡Ay! – exclamé. Eso duele.
Confirmé de esta manera que estaba despierto.
Atónito, seguí mirando. La gente, como siempre, ajena a todo lo que pasaba a su alrededor. Solo yo parecía percatarme de su presencia.
Me coloqué a su lado.
-Buenos días- dije.
-Buenos días- me respondió el sombrero.
-Parece que va a llover – continué diciendo mientras miraba el cielo. Que es lo que la gente mayor suele decir cuando no tiene otra cosa de la que hablar.
-Si, eso ha dicho el hombre del tiempo.- me contestó el sombrero de copa. Por eso hoy me he puesto el elefante en la cabeza. Es lo mejor para los días que amenazan viento y lluvia.
-Un poco pesado. ¿No le parece?- respondí
-El sombrero del tiempo ha dicho que se desataría una fuerte ventisca. No me gustaría rodar por el suelo. – me contestó.
-Bien pensado- dije
Mientras, seguía sin comprender como podía seguir allí manteniendo aquella conversación estúpida con un sombrero.
-Bueno, se ha puesto en verde, niño. Mucho gusto- me dijo el sombrero de copa.
-Lo mismo digo- contesté.
El sombrero cruzó la calle. Intenté hacer lo mismo, pero se desató una fuerte ventisca que me arrastró rodando por el suelo.
Desde la acera de enfrente el sombrero me gritaba:
- ¡Ya te lo dije, niño! Lo mejor para los días que amenazan ventisca es salir preparado.
BINOMIO FANTÁSTICO: SOMBRERO/ELEFANTE
Dolors Todolí
Me llamo Aurelio. El nombre lo he heredado de mi padre. Y es que Aurelio es un nombre que va pasando, generación tras generación, al primogénito de mi familia. Todos mis primos se llaman Aurelio, y para distinguirnos tenemos motes. A ninguno nos preguntaron si queríamos llevar ese nombre, simplemente nos tocó por haber nacido los primeros. A mí me llaman Aurelio “prisas”, porque siempre voy corriendo a todas partes. Y es que me gusta correr. Pero todavía no he hablado de lo más importante, del día en el que mis sueño de ser corredor de maratón se esfumó para siempre.
Hasta aquella mañana mi existencia había transcurrido sin ningún contratiempo, demasiado lenta para mi gusto, demasiado ordenada por obra y gracia de mi madre y, sobre todo, demasiado aburrida, sin que nunca hubiera ocurrido nada extraordinario
Pero todo cambió cuando baje a la calle. Iba corriendo, pero sin prisa. Al doblar la esquina lo vi y por un momento pensé que seguía dentro de mi sueño. Allí estaba aquel extraño ser esperando a que el semáforo se pusiera verde.
Me pellizque en el brazo.
- ¡Ay! – exclamé. Eso duele.
Confirmé de esta manera que estaba despierto.
Atónito, seguí mirando. La gente, como siempre, ajena a todo lo que pasaba a su alrededor. Solo yo parecía percatarme de su presencia.
Me coloqué a su lado.
-Buenos días- dije.
-Buenos días- me respondió el sombrero.
-Parece que va a llover – continué diciendo mientras miraba el cielo. Que es lo que la gente mayor suele decir cuando no tiene otra cosa de la que hablar.
-Si, eso ha dicho el hombre del tiempo.- me contestó el sombrero de copa. Por eso hoy me he puesto el elefante en la cabeza. Es lo mejor para los días que amenazan viento y lluvia.
-Un poco pesado. ¿No le parece?- respondí
-El sombrero del tiempo ha dicho que se desataría una fuerte ventisca. No me gustaría rodar por el suelo. – me contestó.
-Bien pensado- dije
Mientras, seguía sin comprender como podía seguir allí manteniendo aquella conversación estúpida con un sombrero.
-Bueno, se ha puesto en verde, niño. Mucho gusto- me dijo el sombrero de copa.
-Lo mismo digo- contesté.
El sombrero cruzó la calle. Intenté hacer lo mismo, pero se desató una fuerte ventisca que me arrastró rodando por el suelo.
Desde la acera de enfrente el sombrero me gritaba:
- ¡Ya te lo dije, niño! Lo mejor para los días que amenazan ventisca es salir preparado.
BINOMIO FANTÁSTICO: SOMBRERO/ELEFANTE
"RECORDANDO A RODARI
Y SU "GRAMÁTICA DE LA FANTASÍA"
Gianni Rodari, escritor, maestro y pedagogo italiano
(Omegna, 23 de Octubre de 1920)
“…Una palabra lanzada al azar en la mente, produce ondas superficiales y profundas, provoca una serie infinita de reacciones en cadena implicando en su caída sonidos e imágenes, analogías y recuerdos, significados y sueños…”
“…Una palabra cualquiera elegida al azar, puede funcionar como palabra mágica capaz de desenterrar campos de la memoria que yacían bajo el polvo del tiempo…”
“… personalmente, he inventado muchas historias partiendo de una palabra elegida del azar."
“…El juego de la piedra en el estanque, debe servir a los niños, y no servirse de ellos.”
Gianni Rodari.
“…Una palabra cualquiera elegida al azar, puede funcionar como palabra mágica capaz de desenterrar campos de la memoria que yacían bajo el polvo del tiempo…”
“… personalmente, he inventado muchas historias partiendo de una palabra elegida del azar."
“…El juego de la piedra en el estanque, debe servir a los niños, y no servirse de ellos.”
Gianni Rodari.
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